8 de agosto de 2010

Pequeñas cosas.

Hoy trabajando en la piscina me ha llamado la atención un pequeño detalle:


Estaba pasando un increíble resacón, ésta vez gracias al cumpleaños de mi prima Pilar, lo que en un principio iba a ser ver una peli de tranquis acabó por ser una tramenda borrachera; impresionante las risas y los bailes que nos hechamos y en definitiva una gran noche ;-)



Bueno pues mientras hacía esfuerzos por no dormirme llegó a la piscina un matrimonio con 5 hijos y otro en camino. El padre, un hombre corpulento, indicó a toda su tropa que se asentara bajo la sombre de un pino. La madre los alcanza a los dos minutos, su ritmo es mucho menor ya que carga con una segunda vida dentro de sí. Sonríe y le brillan los ojos, es feliz de estar rodeada de los suyos y pasar el día todos juntos. Es una mujer guapa y estar embarazada le vuelve todavía más bella.



- Anda chicos poneros todos al sol que hace mucho viento y os vais a helar de frío.



El padre con el ceño fruncido dio órdenes de nuevo (se nota que con tanto hijo está acostumbrado a mandar). Vuelve a hablar la madre:



- Bueno mejor vamos ahí arriba que si no esto luego se llenará de gente.



- Oye chica decídete ya que tienes toda la piscina para ti sola coño!- Reprochó su marido algo agresivo.

Cabizbaja por la contestación de su marido hizo un gesto a sus hijos para que la siguieran. Éstos accedieron al momento sin recibir ahora orden alguna de su padre.




Hace días, en la piscina que trabajo habitualmente despertó mi atención otro detalle. Dos hermanos, una niña y un chico de 4 y 8 años respectivamente bajaron a la piscina con su merienda ( un paquete de tres galletas de esas de dinosaurios). Otro niño amigo del mayor de ellos no tardó ni dos segundos.

- Ey me das??- Preguntó ansioso.


- Jo, esque es mi merienda y solo tengo tres… contestó Javi con cara de pena dejando entrever que ójala tuviera más para regalarle algunas a su amigo.




Marta, sentada en el césped pudo oir la conversación de su hermano con su amigo. No vaciló un instante, se levantó y le tendió una galleta al chaval, que le dio las gracias algo sorprendido. Marta no contestó, sonrió y volvió a su trocito de césped saltando inocentemente.




Este tipo de actuaciones y muchas otras entran dentro de lo que llamaríamos los pequeños detalles. Y son bastante más importantes de lo que creemos y muchas veces no les damos importancia.

Yo no soy quien, ni tengo derecho ni motivos para opinar a cerca de esa familia de la que he hablado, más que nada porque no se nada, solo quiero referirme a los pequeños detalles, a esos pequeños gestos tan sutiles de la vida. No obstante pienso que una mujer que es tu esposa, que juraste amarle, que compartes cinco hijos con ella y que porta en su vientre el sexto no se merece un mal gesto por pequeño que sea.

Es tu mujer, hacerle feliz es tu misión. Y cuando lo logres te darás cuenta de que eres el hombre más afortunado y más feliz del mundo.

Ama al prójimo como a ti mismo e irás por el buen camino. Marta dio esa galleta, ¿qué tontería no? Pero la sonrisa que se dibujó en el rostro de esa niña vale más que cualquier cosa. Es sorprendente la humildad e inocencia de los niños, que a veces nosdan verdaderas lecciones a los mayores.